Le encantaba ver cómo cada carámbano que caía se partía en cientos de destellos bajo la luz del sol. Parecía que por fin acababa el invierno y pronto los caminos estarían de nuevo abiertos. Estiró su cuerpo envuelto en la piel de oso y pensó en las próximas piezas que cazaría para comer y dar de comer a los suyos.
Aún hacía mucho frío, así que se sentó junto a sus hijos. Dormían. Se tumbó junto a ellos. Un ratito.
El sol ya asomaba por encima de las copas de los árboles y los mellizos se habían puesto a jugar. Se estiró, bostezó y se acercó a los oseznos.
Aún hacía mucho frío, así que se sentó junto a sus hijos. Dormían. Se tumbó junto a ellos. Un ratito.
El sol ya asomaba por encima de las copas de los árboles y los mellizos se habían puesto a jugar. Se estiró, bostezó y se acercó a los oseznos.
2 comentarios:
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiike ternuraaaaaaaaaaaaa
¡Que tiernoooooo! Mama oso y los oseznos... yo quiero uno.
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