Tenía la dentadura más desigual que jamás había visto. No es que fuera una boca descuidada -aunque tenía algunas caries- sino que Dios no tuvo a bien estar presente el día que se la crearon. Por lo demás, no es que fuera feo. Tenía esa extraña belleza, esa atracción de las caras diferentes a las habituales. Y conseguía que la gente quisiera saber qué maravillas, qué monstruos había en su interior.
A Jose le daba muchísima pena despedirse de esa cara que tantos años había sido su compañera. Se jubilaba y nadie iba a hacerse cargo de su Túnel del terror con el rostro del Gargantúa que había pintado de joven en la entrada.
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2 comentarios:
Genial, cada día tes superas.
Asi es la vida aunque el hijo sea un monstruo o parida, siempre es amado por el padre o la madre.
De vez en cuando leo u blog y me gusta.
Tienes un premio en mi blog.
Puedes recogerlo cuando quieras
Un saludo
http://todoenbromanadaenserio.blogspot.com/
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