Las ratas corrían en desbandada por la ciudad. Morían a cientos al cruzar las calles, la autopista. Las tripas y la sangre se acumulaban en el suelo y los coches patinaban y se deslizaban hasta chocar unos con otros y con las personas. Y no paraban de surgir nuevas ratas de todas partes que acababan perdiéndose en las sombras de la noche.
La gente corría de un lado a otro; se metían en sus coches, en sus casas, en las iglesias. Y sólo unos cuantos agoreros, subidos a sus improvisados púlpitos, clamaban contra los pecados de los hombres que habían provocado la cólera de Dios. Era el fin de los tiempos.
Y la noche más feliz para los miles de gatos de la ciudad.
5 comentarios:
Jajaja. Muy bueno
Y que hay de los gatos bulimicos y de los gatos anorexicos ? :-P
Vaya festín gatuno. Lo unico malo es que cuando se hubieran saturado de tanta rata perderían interés por ellas.
Lo que para unos es malo para otros es bueno. Aprovechemos los que nos depara el presente, el futuro... está aun por llegar.
Viva el serlf-service!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Éxito totalllllll!!!!!
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