La cerradura se movía tanto que no había manera de atinar con la llave. Había bebido litros y litros de vino para celebrar la victoria con sus amigos y ahora, al volver a casa, estaba tan borracho que no podía abrir la cerradura. Su mujer, a quien no veía desde hacía semanas, le esperaba en la cama. Y él, un militar de rango, se veía incapaz de abrir la dichosa cerradura para estar con ella.
Tras unos cuantos intentos más -completamente fallidos- optó por mascullar unas maldiciones. Tiró la llave al suelo y se dejó caer sobre la cama. Mierda de cinturón de castidad.
Tras unos cuantos intentos más -completamente fallidos- optó por mascullar unas maldiciones. Tiró la llave al suelo y se dejó caer sobre la cama. Mierda de cinturón de castidad.
2 comentarios:
ya leere esto con trankilidad, que hasta ahora no he tenido tiempo, y te comento
besitos
Maumau
Me ha encantado, es genial.
Publicar un comentario