sábado, 23 de agosto de 2008

Un fatídica apuesta

Había muchas cosas que aún no entendía, ¿por qué era todo tan difícil? Algo tan sencillo como ir a hacer la compra ahora se le antojaba una tarea imposible. Se sentía un inútil total.

Y todo por culpa de una estúpida apuesta. Si aquel viernes de hace casi dos meses hubiese tenido la boca cerrada, nada de esto le estaría pasando. Pero no, claro, si Pablo le picaba, él tenía que entrar al trapo. Y con la borrachera que llevaba, ¿cómo iba a haberse negado? Parecía mentira que con 36 años pudiese haber sido aún tan gilipollas. Con 16 aún, ¿pero con 36?

En fin. No valía la pena lamentarse. Aunque aún no lo entendiera tenía que seguir adelante y, seguramente, con el paso de los días todo iría encajando, tendría sentido, y hasta se sentiría orgulloso porque todo esto le habría hecho madurar como persona.

Aún así, seguía sintiéndose como un gilipollas por haberse apostado con Pablo que era capaz de hablar Chino en tres meses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cómo se te ocurren estas cosas? Tienes una gran imaginación. Enhorabuena!!!