Era un descenso muy peligroso pero no pensaba en ello cuando comenzó a descolgarse. No veía nada: estaba todo muy oscuro y sus ojos eran incapaces de distinguir ningún detalle. Pero seguía bajando, poco a poco, hacía un destino incierto. No llevaba nada de comer y, entre una cosa y otra, sentía una necesidad imperiosa de dejarlo todo, acurrucarse y abandonarse al sueño. Y cuando despertase, las cosas serían completamente distintas. Aún debía bajar más. Un poco más. No había encontrado lo que buscaba y debía seguir descendiendo.
No sintió dolor cuando murió aplastada. Maite no soportaba las orugas.
No sintió dolor cuando murió aplastada. Maite no soportaba las orugas.
1 comentario:
Esto me recuerda a alguien que quería descender por el barranco de Badajoz. ¡y encima de noche!
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