Hacía bastante tiempo que no se tumbaba al raso para admirar las estrellas. Hacía tanto, de hecho, que lo recordaba como un momento perdido en su juventud, un recuerdo de esos que le llenan a uno de añoranza. La arena de la playa resultaba ser el lecho más cómodo en el que había descansado en los últimos meses y el mar no dejaba de susurrarle que durmiera. Hizo el amago de coger un cigarrillo pero enseguida recordó que ya no fumaba.
Ya no tenía dinero y todo cuanto poseía lo llevaba puesto. Lo había perdido todo. Por fin era rico.
Ya no tenía dinero y todo cuanto poseía lo llevaba puesto. Lo había perdido todo. Por fin era rico.
1 comentario:
Ahi es donde deberíamos llegar todos, a la auténtica riqueza, el no tener nada, pero tambien el no desear nada. Me ha gustado mucho, tiene mucha enjundia. jejejeje (para meter en la faltriquera juas juas)
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