Creo que ya tenemos bastante. Aunque el jefe no me ha dicho qué es lo que estamos buscando. Pero su cara se ve más relajada y le ha desaparecido el tic de la mejilla. Además, ya no se come los cigarrillos, sólo se los enciende con la colilla del anterior.
Me gustaría decir de él que es un buen hombre. Eso haría que me sintiera mejor por dedicarme a esto, pero es un putero alcohólico y xenófobo que no se pierde una corrida en Las Ventas. Y nos hace pagar a escote el gasóleo de la furgoneta con la que trabajamos y el almuerzo de media madrugada que nos trae de los ultramarinos de su cuñado.
Me gusta mirar por los cristales cuando trabajamos. Ver tantas luces en las ventanas, tantas farolas, tantos coches, tanta gente me ayuda a silenciar las imbecilidades de mis compañeros y me permite escuchar mis pensamientos. Cuando está nublado, la panza gris de las nubes se ilumina de amarillo y pienso que aún somos hombres primitivos en una cueva gigante. A veces llueve y cuando lo hace con fuerza el mundo de los hombres parece encogerse y arrugarse y se oye y se ve la lluvia y somos pajarillos refugiándose en las ramas de los árboles y abro la ventanilla y huele a mojado y respiro fuerte cerrando un instante los ojos. Luego el jefe dice que tiene frío y que cierre la puta ventanilla y el mundo vuelve a oler a cerdos que huelen a sudor rancio, alcohol y tabaco.
Yo sólo conduzco y aguardo atento a que la cuadrilla salga con el botín para huir y ponernos a salvo. Fui subcampeón de España de rallies antes de que el alcohol y la farlopa me rompieran los nervios. No han cambiado las cosas, sólo las circunstancias.
Hoy llueve y las putas se esconden en los portales. El motor ronronea mientras espero a los demás. Creo que ya tengo bastante.
Arranco y me voy. Me habría gustado ver sus caras.
Me gustaría decir de él que es un buen hombre. Eso haría que me sintiera mejor por dedicarme a esto, pero es un putero alcohólico y xenófobo que no se pierde una corrida en Las Ventas. Y nos hace pagar a escote el gasóleo de la furgoneta con la que trabajamos y el almuerzo de media madrugada que nos trae de los ultramarinos de su cuñado.
Me gusta mirar por los cristales cuando trabajamos. Ver tantas luces en las ventanas, tantas farolas, tantos coches, tanta gente me ayuda a silenciar las imbecilidades de mis compañeros y me permite escuchar mis pensamientos. Cuando está nublado, la panza gris de las nubes se ilumina de amarillo y pienso que aún somos hombres primitivos en una cueva gigante. A veces llueve y cuando lo hace con fuerza el mundo de los hombres parece encogerse y arrugarse y se oye y se ve la lluvia y somos pajarillos refugiándose en las ramas de los árboles y abro la ventanilla y huele a mojado y respiro fuerte cerrando un instante los ojos. Luego el jefe dice que tiene frío y que cierre la puta ventanilla y el mundo vuelve a oler a cerdos que huelen a sudor rancio, alcohol y tabaco.
Yo sólo conduzco y aguardo atento a que la cuadrilla salga con el botín para huir y ponernos a salvo. Fui subcampeón de España de rallies antes de que el alcohol y la farlopa me rompieran los nervios. No han cambiado las cosas, sólo las circunstancias.
Hoy llueve y las putas se esconden en los portales. El motor ronronea mientras espero a los demás. Creo que ya tengo bastante.
Arranco y me voy. Me habría gustado ver sus caras.
1 comentario:
Muchas veces nos vemos obligados a hacer cosas que no son de nuestro agrado para subsistir. Buscar... no sabemos qué, pero hacemos que buscamos, nos movemos al son que nos marcan.
Parece un relato de cine negro. enhorabuena.
Un beso
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