La cabeza de la última cerilla del soldado Vergara describió una parábola humeante hasta el fango del patio. A nadie le quedaban cerillas, chisqueros o cualquier otro medio de encender el cigarro que colgaba de los labios del reo.
En aquel alcázar en el limbo, Francisco Jesús había alcanzado la inmortalidad.
En aquel alcázar en el limbo, Francisco Jesús había alcanzado la inmortalidad.
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