Cuando se subía a la presa las cosas se veían de otra manera. Su vida rutinaria de trabajar para poder pagar un piso, alimento, ropa y caprichos que le permitieran seguir trabajando se disipaba y volvía a sentirse vivo, lleno de emociones. Harto de su trabajo, del trato con la gente, de muchos de sus compañeros, de su soledad; durante esos momentos se reencontraba consigo mismo y se sentía importante, libre, capaz de hacer lo que deseaba hacer en vez de acatar órdenes y tener que ceñirse a unas normas sociales estrictas.
Miró el reloj. Iban a ser y media ya. En nada descargaría. Le encantaba ver como salía el chorro por debajo para aliviar la presión y derramar el líquido vital por monte y valles.
Minutos después llegaba al coche aún sudoroso por el ejercicio. Condujo hasta el control de seguridad, mostró sus credenciales y salió a la carretera. Pensándolo bien, tampoco estaba tan mal su trabajo de funcionario de prisiones.
Miró el reloj. Iban a ser y media ya. En nada descargaría. Le encantaba ver como salía el chorro por debajo para aliviar la presión y derramar el líquido vital por monte y valles.
Minutos después llegaba al coche aún sudoroso por el ejercicio. Condujo hasta el control de seguridad, mostró sus credenciales y salió a la carretera. Pensándolo bien, tampoco estaba tan mal su trabajo de funcionario de prisiones.
1 comentario:
Aunque no deje comentarios te leo todos los días. Casí siempre es lo primero que hago... A veces sobran las palabras
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