Nadie más parecía fijarse en los minúsculos gusanitos que se movían con espasmos por el charco. El resto de los niños jugaba a tirarse piedras, correr, agarrarse de la ropa y subirse a los árboles. Era fascinante observar la cantidad de animalitos que podía uno encontrarse cuando miraba lugares a los que no solía hacer caso.
Y encima, si no se levantaba, no le volvían a tirar al suelo.
Y encima, si no se levantaba, no le volvían a tirar al suelo.
1 comentario:
Genial
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