Sonó su móvil y suspiró resignado. Era el decano de la facultad. Dejó de observar el huevo y tomó nota del encargo.
lunes, 12 de enero de 2009
Pelota amarilla
La pelota amarilla flotaba en medio de aquel templo de paredes blancas que se fundían en una cúpula. El silencio era total y la temperatura era perfecta. La pelota amarilla palpitaba levemente en el interior de aquel templo sencillo y perfecto. Se sentía un ser privilegiado por estar contemplando ese milagro que muy pocos habían presenciado con anterioridad.
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2 comentarios:
mmm, lánzame la pelota y hablamos...
si quieres, bambina68_ (...) me gusta lo que escribes
Pshhhh, cuidado no lances la pelota el milagro puede quedar hecho añicos.
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