Llevaba años sin entrar en Internet y no se sabía la dirección de ningún buscador. Todo era tan distinto ahora... Deseaba encontrar a su hija después de tantos años. Debió haber pensado en eso antes de dejarlo todo e irse a la estepa de Mongolia. Pero no, la paternidad le vino tan grande que no supo tomar la decisión adecuada. Y ahora se arrepentía.
Manos a la obra. Lo primero era encontrar un buscador. Pidió ayuda al chico encargado del local que, sin mostrar ningún tipo de emoción, tecleó unas palabras y pulsó intro. Perfecto. Había cinco buscadores en la ciudad, seguro que alguno de ellos encontraba a su hija.
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1 comentario:
Para que luego digan... las nuevas tecnologías también sirven para cosas buenas.
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