lunes, 31 de marzo de 2008

En secreto

Boris se tiraba horas acuclillado mirando el suelo y nunca hablaba de ello. A veces parecía tocar algo con su índice derecho pero lo retiraba enseguida. Cuando otros niños se acercaban a mirar no veían nada y se iban aburridos al poco o pisoteaban el suelo que Boris miraba. Pero él sólo se movía y seguía mirando un poco más allá. Sin embargo, nadie se atrevía a enfrentarse con él directamente. La maestra se tomaba muy en serio lo de que fuera huérfano.

Un día comenzó a pegar saltos y gritos en medio del recreo. Echó a correr con el puño en alto y salió por la puerta del colegio. Murió atropellado instantes después -según dijeron a sus compañeros, no sintió dolor-. En su manita no se encontró nada.

domingo, 30 de marzo de 2008

viernes, 28 de marzo de 2008

No siempre tienen razón

No siempre tenía razón el profesor. Pero ahora sí.

Al principio siempre tenían en cuenta lo que decían los mayores como si fuera la verdad indiscutible, pero poco a poco fueron viendo cómo el profesor se enfadaba sin tener razón, regañaba a un niño por algo que no había hecho o les castigaba a todos porque alguien había hablado en clase y la noche anterior había perdido la Real Sociedad. Y la semana pasada se había equivocado con una cuenta en la pizarra y mandó callar a Pablo cuando le dijo que estaba mal hecha.

Y ahora, encerrado en un maletero, sabía que el profesor tenía razón.

Un rato más

Entre sus brazos se sentía segura. Su pecho se hinchaba y deshinchaba al ritmo de su respiración. Le gustaba sentir el vello de su pecho en la mejilla cuando él dormía. Como ahora. Bajo la luz suave de la lámpara se veía más guapo que nunca. Acarició la barba que crecía descuidada en sus mejillas y cerró los ojos. Un ratito más. Sólo eran y cinco.

En lo que pareció ser un instante llamaron a la puerta y se incorporó de un salto. La enfermera se asomó para decirle que debía abandonar la UCI.

jueves, 27 de marzo de 2008

Guarida

La maleza no llegaba a ocultar completamente la entrada pero había conseguido escondérsela durante un buen rato. En el interior de la gruta hacía una temperatura mucho más llevadera que en el exterior, bajo el sol de verano. Incluso puede que demasiado fresca para su cuerpo sudoroso. Al menos ahí se sentía seguro. Caminó unos pasos más hacia el interior hasta que llegó a unos escalones que descendían. Bajó los primeros peldaños y se sentó a pensar. No veía nada y no podía quedarse ahí todo el tiempo. Pegó un grito que reverberó unos instantes y se apagó. Ahí abajo había una sala cerrada. Siguió bajando a ciegas hasta que los escalones se convirtieron en un suelo liso, perfectamente regular. Agudizó el oído y no notó nada. Dio un par de pasos más y un golpe seco le arrancó la cabeza.

Vladimir el vampiro se preguntó qué cojones hacía un ciego en su guarida despertándole a voces. Menudo susto le había dado.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Comiendo en la calle

No siempre podía uno cenar algo caliente así que se sentía muy afortunado esa noche. La comida que habían dejado en recipientes de plástico en la trasera del restaurante estaba bastante buena y esta vez no había mucho hueso y sí trozos de carne.

Se abrió la puerta del local y él salió huyendo hacia la oscuridad de la noche. Los trabajadores del restaurante introdujeron los recipientes del hospital. Ese loco les iba a joder el negocio.

lunes, 24 de marzo de 2008

Verde

Ya tenía un bolígrafo de tinta verde. Se sentía la niña más feliz del mundo. Cogió su cuaderno de mates y escribió su nombre. Una y otra vez. Quedaba precioso en ese color. Cuando acabaron las clases, arrancó la hoja, la estrujó, y la tiró a la papelera del aula. Ahora tenía que encontrar un sitio donde esconder el boli. En casa no podían enterarse de que lo tenía.

Las horas pasaban lentamente en casa hasta que llegaba el momento de ir por las mañanas al colegio. Lo más difícil eran los viernes. Aún no habían llegado las vacaciones. Muchos sábados se los pasaba mirando por la ventana y pensando en su bolígrafo y en qué estaría pensando su anterior dueño, si lo echaría de menos, si sabría quién se lo había llevado y buscaría recuperarlo.

Con los días su carácter se volvió agrio y taciturno. Pasó la Semana Santa y el verano ya se acercaba. No iba a conseguir soportarlo, lo sabía. Algo tenía que hacer. El último día de clase, mientras sus compañeros gritaban y reían, ella se metió en el baño y escondió el bolígrafo en el interior de su cuerpo. Encontró otro buen escondrijo en su casa.

A medidados del curso siguiente sólo usaba el bolígrafo en momentos muy especiales. Le quedarían un par de dedos de tinta. La víspera de su undécimo cumpleaños se acabó la tinta. No quiso salir de su habitación y gritaba como una posesa cuando su madre intentaba entrar a ver qué le sucedía. Sólo salió a la hora de merendar porque se hacía pis y tenía hambre.

No hubo fiesta de cumpleaños porque ella echó a todos sus amigos a gritos y empujones. Su madre nunca se había sentido tan avergonzada. Su madre le dio el regalo y se fue en busca de un bar. Se sentía sola.

Abrió el paquete. Era un diario con su candado y su bolígrafo. Lo abrió y trazó su nombre. No pintaba.

domingo, 23 de marzo de 2008

Semana Santa

Como cura estaba harto de repartir hostias. De las unas y de las otras. Los monaguillos eran unos pueblerinos cazurros sin ninguna inquietud espiritual o intelectual. Los feligreses, también. Con toda la ilusión y el fuego de la juventud se había entregado en cuerpo y alma -literalmente- a difundir el mensaje de Cristo y en la canícula de su vida la hiel de la impotencia le llenaba la boca.

Habló con sus superiores para pedir unos días de retiro en soledad. Su fe se tambaleaba. Se los concedieron, claro. Eligió un pequeño monasterio semioculto entre lomas y ríos de la Castilla profunda y entre rezos y paseos en soledad se escaqueaba de las labores diarias.

Volvió a su pequeña iglesia de piedra para preparar la Semana Santa. Sus fieles no eran sino almas cándidas, inocentes a su manera. Representaban a la humanidad en su estado más puro, sin maquillar por los convencionalismos sociales de las grandes ciudades, al igual que Cristo había entregado su vida por gente que en apariencia no lo merecía. Ese Domingo de Resurrección fue especialmente emotivo y como su ofrenda particular al Altísimo, envió decenas de almas a su Gloria.

La Policía científica confirmó que el envenenamiento masivo se debió a la inhalación del cianuro de hidrógeno presente en el incensario de la iglesia.

sábado, 22 de marzo de 2008

Despedida de soltero

Su whisky con hielo se había convertido en un caldo amarillento con una patata frita acostada al fondo de la copa. Metió los dedos y la sacó. Era una de esas onduladas y ahora parecía de goma. La lanzó hacia la pared, donde se quedó pegada. Luego dio un sorbo a la copa y lo escupió dentro.

La verdad es que, para ser una despedida de soltero, era una puta mierda. No es que hubiera estado en muchas. Vamos, esta era la primera, pero al menos se suponía que tenían que pasárselo bien. Y es que después de las risas, todo se había venido abajo.

Y es que mira que era mala suerte que de la tarta sorpresa saliese desnuda la madre del novio.

viernes, 21 de marzo de 2008

Hacia el Oeste

Los $220 que llevaba en la cartera no serían suficientes. Debían durar al menos una semana más y al precio al que estaban ya el pan y el agua pocos lujos se podrían permitir. Realmente debía seguir adelante y confiar en poder llegar a California antes de quedarse sin blanca.

Se secó con el puño de la camisa el sudor de la frente y sacó del bolsillo sus dados de la suerte. Les dio un beso a cada uno, los agitó entre ambas manos, y los lanzó. Cinco. Los recogió y los introdujo en el bolsillo. Nuevo México. Su próximo destino.

La verdad es que esta nueva versión de Monopoly era un poco coñazo.

jueves, 20 de marzo de 2008

Comilona

Pocas veces se había sentido tan satisfecho después de comer. Se acarició un poco la tripa y decidió sentarse unos minutos antes de volver al trabajo. Por la ventana se veía un paisaje nevado iluminado por un sol que le trajo recuerdos de cuando jugaba con su hermana de niño. Se le escapó una lágrima. Hacía mucho tiempo que no lloraba.

En fin, hora de ponerse en pie. No todos los días podía uno conseguir un nabo en el campo de concentración.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Todo está oscuro

La noche parecía no tener fin y se extendía por todo su ánimo. Hacía tiempo que se había puesto el sol y ni la luna ni las estrellas se asomaban desde el cielo. Todo estaba oscuro y tenía mucho miedo. Se sentía completamente sola en aquel entorno sin luz, sin dirección, sin destino, sin pasos sobre los que volver. Todo era negro, igual, indiferente. Gritaba y no había eco.

Días después todo seguía igual de negro y ella yacía acurrucada en cualquier -¿ningún?- sitio. Esperando desesperanzada a una muerte a la que ya podía oler. Y no llegaba

Y entonces, durante un instante, un pensamiento apareció burlón. Sólo tenía que abrir los ojos y la pesadilla acabaría.

Y todo siguió negro, igual, indiferente...

...hasta que se hizo la luz al final del túnel. Y entonces lloró. Lloró con todas sus ganas. Alivio, angustia, alegría, ira, frustración. Todas las sensaciones se peleaban por escapar de su encierro.

Comenzaba su tercera reencarnación.

martes, 18 de marzo de 2008

Latas de atún

Aunque le encantaba el atún en aceite de oliva y estaba muerto de hambre abrir esa lata le estaba haciendo llorar. Miró la fecha de caducidad: 11-2012. Suspiró, metió el tenedor en la lata, y se lo llevó a la boca.

Masticó una vez, dos veces, tres veces. Perdió la cuenta. Tragó. Volvió a hincar el tenedor y se lo llevó de nuevo a la boca. Masticó. Tragó. Dejó la lata a un lado y bebió un sorbo de agua de la botella.

Se recostó en el sofá y miró a su familia. Todos tenían el rostro triste.

-"Venga, comed un poco que os hará bien" -les repitió, aunque sabía que no le harían caso. Se metió otro poco de atún en la boca y pensó en qué podían hacer mañana para pasar el día. Vomitó y se puso a llorar tendido en el suelo de su refugio nuclear.

lunes, 17 de marzo de 2008

Tic tac

Cada noche se preparaba un vaso de leche caliente con miel y se sentaba en la mesa de la cocina mirando al reloj de la pared. Pasaban los minutos y la leche se enfriaba. Eso le ponía triste. Echaba mucho de menos a su mujer que pasó a mejor vida el pasado marzo tras 60 años de casados. Volvió a mirar el reloj y el sueño fue acariciándolo hasta que logró quedarse dormido.

El tiempo lo curaba todo.

domingo, 16 de marzo de 2008

El matadero

Desde que estaba en el matadero se preguntaba qué sentirían todos esos cerdos, por qué los mataban así, por qué vivían de ese modo. Lo que había comenzado como un pensamiento fugaz se había convertido en una obsesión que le impedía casi llevar a cabo sus tareas diarias y su familia dependía de lo que él hiciera allí.

¿Por qué? ¿Que sentido tenía para el universo que él estuviera precisamente ahí y los cerdos estuvieran siendo masacrados para que otros seres se los comieran sin ningún honor, sin aportar nada de vuelta a la tierra que en el fondo era quien los alimentaba...

Tenía que volver al mundo real y fue a por un poco de queso. Y en ese preciso instante lo vio todo claro.

Hubo que esperar hasta las 23:13 para que Teresa Vargas encontrara su cuerpecito aplastado por la trampa para ratones.

sábado, 15 de marzo de 2008

Inservible

Al destornillador se le acababa de separar la punta. Vaya puta mierda, y eso que era de ferretería y no de un todo a un euro. Así ya no servía para nada y lo tiró al césped que crecía alrededor de la fuente.

A la salida del cole, Fran estuvo jugando en el parque como todas las tardes después de clase. Ese día estaba especialmente encantado porque se había encontrado en la hierba la pistola de un extraterrestre.

viernes, 14 de marzo de 2008

Sabiduría

Algún día le diría a su hijo que no hay nada más hermoso que ganarse el sustento con las propias manos y que la tierra era fuente de vida y como tal, había que cuidarla...

El prototipo de Inteligencia Artificial estaba siendo un auténtico fracaso y el ejército esperaba resultados para el siguiente lunes.

Añoranza

Y el reloj que había heredado de su padre tenía el mecanismo roto.

jueves, 13 de marzo de 2008

La cena

Todos estaban sentados a la mesa con gesto solemne, sin tocar siquiera un mendrugo de pan. Estaban reunidos porque Jesús quería agasajarlos a todos y contarles algo muy importante que no podía esperar, algo que cambiaría por completo cómo verían sus vidas a partir de ese momento.

Tardaba mucho, ¿le habría pasado algo? Pedro se sirvió un poco de agua. Juan se levantó para pasear nervioso por la sala. Se abrió la puerta y entró Jesús:

-"Siento haber tardado tanto, he venido lo más rápido que he podido. No encontraba sitio para aparcar... ¡Y hemos firmado el contrato!" -exclamó soltando su maletín sobre la mesa mientras sus socios se arremolinaban alrededor.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Adrenalina

La sangre chorreaba entre sus dedos y ya no sabía si era suya o del tipo al que había dejado en el suelo. Le dolía todo el cuerpo de la descarga de adrenalina y los golpes. Él, que siempre había tratado de huir de problemas y complicaciones y ahora tenía a un desconocido a sus pies a punto de morir desangrado. Tenía que hacer algo antes de que llegara la policía y los sanitarios de urgencias.

Se arrodilló junto al hombre y hurgó en sus bolsillos. Encontró su billetera y un móvil. Cojonudo. Abrió la cartera, cogió lo que andaba buscando y se alejó en dirección a la carretera.

Allí llamó por teléfono al 112 para comunicarles que acababan de caer por un terraplén en el taxi de Don Pedro López Fernández y que éste parecía muy grave.

lunes, 10 de marzo de 2008

Amor de Dios

Los relámpagos se hacían notar a través de los grandes ventanales encajados en la piedra y el viento aullaba como heraldo del acontecimiento que iba a tener lugar. El científico revisó las conexiones de su máquina impía y bajó el interruptor a la posición de encendido.

Con cada rayo que golpeaba en el dispositivo aumentaba el chisporroteo de la máquina y se le erizaba el ralo cabello. Un par de impactos más y liberaría la energía creadora que le pondría a la altura de un dios.

Otro rayo. La estancia quedó sumida en un mortecino resplandor azulado que le daba un aspecto plano y fantasmal. Cada segundo parecía quedarse pegado al anterior y sólo transcurría cuando no le quedaba más remedio. Diez segundos. Veinte segundos. Veintitrés.

Cae otro rayo y la máquina chirría, grita, llora y vomita su energía sobre el engendro que yace justo debajo. El tiempo se deshace en un eterno instante hasta que los engranajes del mundo vuelven a crujir. Sobre la mesa, una abominación abre los ojos y se yergue hasta quedar sentada. Un hombre que no le debe su vida a Dios.

La turbamulta se arremolina a las puertas del castillo. No quieren ser libres.

domingo, 9 de marzo de 2008

Afortunados

Qué afortunados eran en esta granja: gracias a sus progenitores ahora los cerditos podían elegir el matarife que quisieran.

sábado, 8 de marzo de 2008

Puertas

No existen tantas puertas como nos quieren hacer creer. En el fondo sólo existe una, la siguiente.

viernes, 7 de marzo de 2008

Complicado

Su tarea no era demasiado complicada. Estaba seguro de que incluso podría hacerla sin ningún problema un mono entrenado. O un perro. Pero algún jefecillo había decidido que era él quien debía estar ahí, en la ventanilla de atención al paciente.

jueves, 6 de marzo de 2008

Personas

Desde que eran unos críos juraron comerse el mundo. Ahora lo estaban consiguiendo. Pronto no quedaría nada.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Mal pie

En su mochila llevaba todo cuanto tenía en la vida. Un poco de ropa, otras botas, un disco duro portátil, el cargador del móvil, el del MP3, dos paquetes de tabaco sin empezar y un par de CDs originales. No sabía dónde iba a ir ahora pero ya era libre. Katia había decidido que estaba harta de ella y se había largado con un tío. Pues que le vaya bien. Ahora le tocaba estar sola.

Las calles estaban casi desiertas, el metro acababa de cerrar y por ahí no pasaban búhos. A ver si algún taxista se había despistado y pasaba por ahí y le llevaba a la estación de autobuses. Y ya vería dónde iría.

Después de casi diez minutos caminando en dirección al centro vio pasar a una manzana un taxi con luz verde que se detuvo en un semáforo más adelante. Echó a correr hacia él. La luz se puso verde casi a la vez que ella pisó una mierda, resbaló y cayó contra los setos. Su puta madre. El taxi se iba mientras ella hacía turismo de aventura. Tenía unos cuantos arañazos sangrantes en las manos y el tobillo derecho se le había doblado un poco. Podía caminar, pero cómo dolía el cabronazo. Joder, pues sí que empezaba bien su nueva vida. Se sentó en un banco, se encendió un cigarrillo y se puso a llorar.

Nunca supo que ese taxi apareció destrozado al caer en la autovía de circunvalación en la noticias del día siguente.

martes, 4 de marzo de 2008

Hay que tener estómago

El hedor era insoportable, vomitivo. No era tanto un olor a cadáveres en descomposición sino el de carne enferma, putrefacta, como si alguna infección se hubiera extendido por un cuerpo hasta provocar la gangrena. Horas atrás no estaba muy convencida de hacer lo correcto entrando en ese edificio. En la facultad le habían advertido de lo que podía llegar a encontrar algún día pero siempre pensó que no eran más que leyendas urbanas con las que asustar a los de primer año de carrera. Pero ahora lo estaba viviendo en primera persona. Y no creía poderlo soportar.

Ahí se encontraba ella ahora, de becaria en el gabinete de prensa de un gran partido político.

lunes, 3 de marzo de 2008

En la catedral

Lo que más le gustaba a Jonás era el silencio que se comía a la catedral por la noche. Durante el día, las pisadas resonaban por los arcos y pasillos pero al caer la noche todo parecía cubrirse de un terciopelo negro que ahogaba el ruido y los intentos de las velas por ver el techo. Iba revisando todos los pasillos, las hileras de bancos, los confesionarios...

...pero nunca lo encontraba. Y eso que todo el mundo iba allí a buscar a Dios.

domingo, 2 de marzo de 2008

El perro de los cojones

Estaba hasta los cojones de los gritos de esa pareja histérica y su maldito perro-patada. Había llegado al punto de pasarse las horas en casa después del trabajo pensando en cientos de maneras distintas de matar a esos vecinos y sabiendo que nunca las llevaría a la práctica. Cada vez que que coincidía con ellos en el ascensor (el único momento del día en que deseaba verlos) se imaginaba esas caras redondas aplastadas, reventadas, llenas de sangre. Incluso mordidas por ese perro que poco después moría de indigestión.

Sin embargo esa noche se sentía bastante mal: decepcionado, defraudado, estafado, apenado. Y sobre todo, triste. Fue un gran palo ver a las patrullas de policía cuando llegó a casa. Aquél cabrón había matado a su mujer y al perro y se había suicidado.

¿Qué iba a hacer él ahora?

sábado, 1 de marzo de 2008

Violencia

Vivía siempre aterrorizada por ese hombre que no dudaba en agarrarla y golpearla. Lo peor de todo es que era un policía antidisturbios que no dudaba en descargar con ella su ira contra jóvenes, inmigrantes, obreros, estudiantes, prostitutas, jubilados... Una vida llena de odio contra el mundo y ella se encontraba en medio.

No soportaba más su vida de porra.